Año de publicación: 1998.
Ediciones Destino. 498 págs.
Recién abandonados los calores del veranillo de San Miguel, hoy os traemos al Páramo Literario la reseña de la última de las obras escritas en vida por el célebre Miguel Delibes, sin duda alguna, una de las grandes plumas de la narrativa hispánica de la segunda mitad del XX.
Año 1557, Cipriano Salcedo, personaje principal de la novela, se halla embarcado en su viaje de regreso de Alemania donde ha podido reunirse con Felip Melanchton líder de facto del luteranismo tras la muerte del propio Lutero. Esa visita ha revitalizado su fe, afianzado sus ideas y proporcionado nuevo material bibliográfico y espiritual para los prosélitos del grupo de Valladolid.
Este es el punto de partida de la novela que, a continuación, hace una especie de enorme paréntesis narrativo para centrarse en el padre del protagonista, don Bernardo Salcedo. Todo este episodio de enlaza con la historia principal en tanto que nos permite entender mejor algunos de los traumas, culpas e idiosincrasia del propio Cipriano.
En cualquier caso, la novela nos cuenta la progresiva inmersión del protagonista en la fe luterana, desde sus primeros acercamientos al grupúsculo cismático, la evolución vital y religiosa del mismo hasta su desenlace final y todo ello con la prosa densa y rica en vocabulario y matices, tan propia del autor vallisoletano.
Sin embargo, el alcance de la novela va más allá. El hereje nos ofrece un retrato vívido de la Valladolid de mitades del XVI, expone las sutilezas doctrinales entre católicos y luteranos, deja entrever el inicio de la época más oscurantista de la Inquisición y todo ello con el aplomo estilístico de un escritor de oficio como Delibes.
Con la lectura de esta novela, he saldado una de esas deudas autoimpuestas con una obra que llevaba tiempo queriendo leer. Y todo sea dicho, ha resultado una lectura de lento avance por momentos, pero también interesante y enriquecedora.
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