Autor: Juan Carlos Monedero.
Año de publicación: 2011.
Editorial: Fondo de Cultura Económica. 326 págs.
Hoy reseñamos un ensayo de filosofía política de Juan Carlos Monedero que es uno de esos intelectuales que crea muchas filias en las filas propias pero no menos fobias en las filas ajenas, creo que aunque sea difícil hay veces que es bueno separar la producción intelectual y artística del personaje en sí, soy el primero que reconozco que en según que ocasiones me cuesta pero pondré algún ejemplo.
A nivel personal aborrezco a Javier Nart y Pérez Reverte, creo que en algunos aspectos representan lo peorcito de la cultura española (machismo, soberbia, elitismo...), y sin embargo no puedo dejar de admitir que ambos eran dos enormes reporteros de guerra y sus crónicas recopiladas en sendos libros están entre las mejores lecturas que soy capaz de recordar.
Dicho esto, metámonos en harina. Mezclar temas de la sociología, la filosofía política, la teoría del lenguaje, la filosofía a secas, historia de la ciencia, la paleoantopología o la teoría del estado (entre otras) y en torno a eso hilvanar un discurso coherente ya es meritorio. Y yo creo que en ese sentido Monedero emerge como un verdadero intelectual de aquellos que son capaces de interrelacionar conocimientos de las diferentes disciplinas creando un conocimiento que al menos aspira a ser integral.
Como ya habréis deducido esta es una obra de carácter académico y por tanto tiene una cierta densidad, pero no por ello deja de resultar una obra interesante. En ella se plantea de manera fundamental la directa relación entre el lenguaje y nuestros marcos de pensamiento, aquellos que determinan como nosotros filtramos la información y la tamizamos en base a nuestra forma de pensar. Es pues el lenguaje, en buena medida, el que determina el sentido común de época, la hegemonía en términos gramscianos, de unas ideas en una determinada época histórica.
En este libro Monedero desentraña el fondo profundamente ideológico de palabras que no nos resultan ajenas por haberlas escuchado o leído alguna vez en algún medio de comunicación (gobernanza, tecnocracia, gestión política, gobernabilidad, consenso, centro -como ese espacio indeterminado donde tan a gusto se sienten los liberales-...) son palabras que se nos presentan como neutras pero que contienen una implicaciones político-ideológicas que responden a un modelo concreto y le son funcionales: el neoliberalismo.
Monedero propone la necesidad de desbordar esas ideas-fuerza que presentan la política como un espacio de gestión cuasi empresarial y naturaleza anti-dialéctica que beneficia a unas elites cada vez más poderosas. Recuperando los espacios cívicos y planteando la batalla cultural. Muchos de los ensayos de este tipo pecan de unos análisis muy sesudos y descarnados de la realidad y rara vez tienen contenido propositivo más allá de la denuncia tan necesaria a veces, lo que los convierte en rehenes de una visión pesimista.
Sin embargo, Monedero no se resigna a denunciar aquello denunciable sino que al final del libro y de manera acertada propone medidas concretas para avanzar en un orden más democrático, no sólo en lo formal sino en todos aquellos ordenes que atañen a nuestra vida social y política. Como decía Claudio Magris " la conciencia de las cosas tal como son no nos debería hacer olvidar la exigencia de las cosas tal como deberían ser" y ahí acierta Monedero cuando aúna conciencia de la situación actual y exigencia propositiva de una situación futura más democrática y justa.
A nivel personal aborrezco a Javier Nart y Pérez Reverte, creo que en algunos aspectos representan lo peorcito de la cultura española (machismo, soberbia, elitismo...), y sin embargo no puedo dejar de admitir que ambos eran dos enormes reporteros de guerra y sus crónicas recopiladas en sendos libros están entre las mejores lecturas que soy capaz de recordar.
Dicho esto, metámonos en harina. Mezclar temas de la sociología, la filosofía política, la teoría del lenguaje, la filosofía a secas, historia de la ciencia, la paleoantopología o la teoría del estado (entre otras) y en torno a eso hilvanar un discurso coherente ya es meritorio. Y yo creo que en ese sentido Monedero emerge como un verdadero intelectual de aquellos que son capaces de interrelacionar conocimientos de las diferentes disciplinas creando un conocimiento que al menos aspira a ser integral.
Como ya habréis deducido esta es una obra de carácter académico y por tanto tiene una cierta densidad, pero no por ello deja de resultar una obra interesante. En ella se plantea de manera fundamental la directa relación entre el lenguaje y nuestros marcos de pensamiento, aquellos que determinan como nosotros filtramos la información y la tamizamos en base a nuestra forma de pensar. Es pues el lenguaje, en buena medida, el que determina el sentido común de época, la hegemonía en términos gramscianos, de unas ideas en una determinada época histórica.
En este libro Monedero desentraña el fondo profundamente ideológico de palabras que no nos resultan ajenas por haberlas escuchado o leído alguna vez en algún medio de comunicación (gobernanza, tecnocracia, gestión política, gobernabilidad, consenso, centro -como ese espacio indeterminado donde tan a gusto se sienten los liberales-...) son palabras que se nos presentan como neutras pero que contienen una implicaciones político-ideológicas que responden a un modelo concreto y le son funcionales: el neoliberalismo.
Monedero propone la necesidad de desbordar esas ideas-fuerza que presentan la política como un espacio de gestión cuasi empresarial y naturaleza anti-dialéctica que beneficia a unas elites cada vez más poderosas. Recuperando los espacios cívicos y planteando la batalla cultural. Muchos de los ensayos de este tipo pecan de unos análisis muy sesudos y descarnados de la realidad y rara vez tienen contenido propositivo más allá de la denuncia tan necesaria a veces, lo que los convierte en rehenes de una visión pesimista.
Sin embargo, Monedero no se resigna a denunciar aquello denunciable sino que al final del libro y de manera acertada propone medidas concretas para avanzar en un orden más democrático, no sólo en lo formal sino en todos aquellos ordenes que atañen a nuestra vida social y política. Como decía Claudio Magris " la conciencia de las cosas tal como son no nos debería hacer olvidar la exigencia de las cosas tal como deberían ser" y ahí acierta Monedero cuando aúna conciencia de la situación actual y exigencia propositiva de una situación futura más democrática y justa.
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