Autores: Paco Roca y Rodrigo Terrasa
Año de publicación: 2023.
Editorial Astiberri. 293 páginas.
Las reseñas surgen en las agrestes tierras de nuestro Pàramo particular como alentadas por las fuerzas telúricas que el reciente solsticio de verano ha desatado sobre nosotros.
Impulsadas por fuerzas telúricas inefables o por las más prosaicas ganas de compartir con vosotros/as las conclusiones de nuestra última lectura, lo cierto es que hoy traemos una novela gráfica, género en el que de vez en cuando nos gusta adentrarnos y la mayoría de las veces, todo sea dicho, con resultados más que satisfactorios.
Así, hoy dedicamos esta reseña a una obra que yo calificaría como profundamente necesaria en ese esfuerzo social de recuperación de la memoria histórica y democrática de este país. En este punto cabe remarcar que ni la editorial Astiberri ni el autor Paco Roca son novatos en esas lides, puesto que ya llevan a sus espaldas otras publicaciones que van en esa misma línea, como la reconocida Los surcos del azar, que aunque ha sido leída por el creador de este blog, no ha sido reseñada - aquí entonamos el mea culpa- y cuya lectura recomendamos encarecidamente a todo el mundo.
Como decía, la recuperación de la memoria histórica no es un esfuerzo sólo loable sino también necesario en una sociedad como la española que aspira, almenos, a autopercibirse como un sistema democrático. El libro, como casi todos los que tocan de manera más o menos seria la represión franquista y el tratamiento de las víctimas de la dictadura plantea muchas cuestiones e interrogantes, pero entre todos ellos destaca uno de manera muy contundente.
¿Cómo es posible que hayan tenido que pasar cuarenta años desde el final del franquismo y casi el doble desde que tuvieron lugar los hechos para comenzar a dar una mínima reparación -moral y, por tanto, simbólica- a las víctimas y a sus familias? ¿Por què tantas trabas a personas que lo único que aspiran es a desenterrar los restos mortales de un familiar y darle una sepultura digna?
En ese punto, el libro plantea acertadamente una reflexión muy sencilla pero muy potente a la vez sobre cuál es el sentido antropológico, que deviene en necesidad, que para el ser humano tiene el entierro de sus seres queridos. Lo que nos lleva a concluir que resulta cruel e infundada la negación del derecho de los familiares a reconocer y extraer los restos mortales de las víctimas, hecho que pudo ser incluso comprensible racionalmente -no justificable moralmente- en época de la propia dictadura debido al odio ideológico del franquismo a quien no pensaba como ellos, pero que carece de cualquier explicación lógica cuando esta misma situación se eterniza ya con la democracia española asentada.
Para mostrarnos todo ello, en El abismo del olvido se narra una historia real que tuvo lugar en el cementerio de Paterna, uno de los puntos negros de lo que podríamos denominar la geografía de la represión (bien explicado también en la obra el porquè de que fuera precisamente allí). Apoyado por las ilustraciones de Paco Roca que añaden una potencia artística y narrativa sobresalientes a la historia y que permiten humanizar y poner rostro a los protagonistas de la injusticia y sus sentimientos.
Poco más que añadir, un libro altamente recomendable para cualquier persona por sus muchas virtudes y escasos defectos (por mucho que el trasfondo de lo que se cuenta sea duro) e imprescindible para todas aquellas personas con un mínimo interés por la historia contemporánea de España, el franquismo y la represión a la que condujo.
Quiero acabar diciendo que la obra, pretendidamente o no, supone, a mi juicio, un merecido homenaje que ayuda a vindicar y recuperar la memoria de aquellas personas cuyo único delito fue el de aspirar a un futuro mejor para sus iguales. La recuperación de la memoria y el recuerdo de estas personas que lucharon por la libertad y contra las tinieblas del totalitarismo debe de ser un imperativo moral y hoy más que nunca que el oscuro nubarrón del posfascismo se cierne, de nuevo y por increíble que parezca, sobre nuestra sociedad.
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